La revista de los profesionales del césped deportivo

José Ángel Sánchez Alcalá. Ingeniero Agrónomo. Profesor Titular de Nutrición Vegetal en EADE Estudios Universitarios (Málaga).
Ingeniero Agrónomo por la Universidad de Almería.

Actualmente desarrolla su actividad profesional como Head Greenkeeper o Asesor de Greenkeeper en diferentes campos de golf, entre los que se encuentran Rio Real Golf, Club de Golf Aloha, Los Naranjos Golf, La Cala Golf, Cabopino Golf, La Quinta Golf, Golf Las Américas, Valle Romano Golf, Club de Golf La Cañada y Golf La Duquesa.

Así mismo es profesor titular de Nutrición Vegetal desde el año 2.004 en el Master en Dirección de Mantenimiento de Campos de Golf y Fútbol de EADE (Málaga).

JoseAngelSanchezAlacala

Además de su experiencia en el área del mantenimiento de campos deportivos, ha desarrollado su actividad en la investigación, siendo las principales líneas el desarrollo y empleo de tecnologías en la línea de las buenas prácticas desde el punto de vista medioambiental, la mejora de la eficiencia de los fertilizantes, fertirrigación y el estudio de bioestimulantes y elicitores.

Además, en la actualidad, está enfocando su trabajo en el estudio para un mantenimiento más sostenible de los campos deportivos, teniendo muy presentes los conceptos de huella de carbono, huella hídrica y huella de nitrógeno.


El uso de productos bioestimulantes se viene llevando a cabo desde hace bastantes años, pero también no es menos cierto que cada vez aparecen en el mercado más cantidad de éstos sin que, en muchos casos, sepamos realmente su función y modo de empleo para conseguir con ellos lo que realmente se desea o para lo que están indicados. También podemos plantearnos la cuestión de si los bioestimulantes, muy empleados en agricultura, tienen una verdadera aplicación práctica en el mantenimiento de superficies deportivas compuestas por césped natural.

Para comprender si un producto es realmente un bioestimulante es de vital importancia observar la evidencia de sus efectos cuando se usa según las recomendaciones, lo cual implica tener en cuenta varios aspectos como son: concentración relativa de ingredientes, dosis, momento, método de aplicación, especie objetivo, además de otros parámetros.

Situación actual.

Con el fin de poner un poco de orden y legalidad al ámbito que afecta a este tipo de productos, el Reglamento de la Unión Europea 2019/1009 sobre Productos Fertilizantes recoge cómo los fabricantes deben demostrar que sus productos tienen un efecto bioestimulante vegetal justificado para comercializarlos. Así mismo, el Comité de Normalización Europea (CEN) está elaborando normas sobre cómo demostrar que las declaraciones de bioestimulantes están justificadas.

Los investigadores han observado durante mucho tiempo que "los bioestimulantes se definen por lo que hacen más que por lo que son, ya que la categoría incluye una gran diversidad de sustancias" (Zhang y Schmidt, 1997). Si bien es cierto que existe un acuerdo general sobre este principio, muchas personas aún confunden productos específicos con ingredientes individuales, pues un solo ingrediente no define un producto, pudiendo estar un mismo ingrediente en productos con funciones extremadamente diferentes. Además, las combinaciones no guardan necesariamente las características de sus componentes. Cada vez más, los bioestimulantes son formulaciones complejas que emplean diferentes ingredientes porque las combinaciones desencadenan efectos del sistema que son más valiosos para los usuarios que cualquiera de los componentes individuales por sí solos.

Así, la UE exigirá que los productos bioestimulantes tengan efectos contrastados para respaldar las declaraciones del producto, es decir, investigación documentada para respaldar las declaraciones de la etiqueta del producto para los cultivos y mercados objetivo.

Por ejemplo, si el producto X contiene un microorganismo que, cuando se aplica al suelo, interactúa con las raíces de la planta para inducir una respuesta de defensa de la planta a un patógeno, entonces el fabricante debe proporcionar datos que respalden esa afirmación para ese cultivo y uso en particular. El fabricante ya no podría afirmar que "debido a que se ha demostrado que el microorganismo induce una respuesta de defensa de la planta en tomate, utilícelo en césped". El fabricante tendría que demostrar que el bioestimulante dentro del producto cumple la función para ese cultivo o uso en particular, como se indica en la etiqueta.

El Consejo Europeo de la Industria de Bioestimulantes (EBIC) ha trabajado en asociación con los gobiernos, el mundo académico y la industria para desarrollar conjuntamente los protocolos a seguir en la obtención de datos de los ensayos para obtener resultados consistentes y fiables. Las pautas contienen dos puntos principales: los datos deben generarse para respaldar la declaración de bioestimulante y éstos deben usarse para permitir la comercialización del producto. Los datos requeridos dependerán de las prescripciones del bioestimulante.

Por tanto, el Reglamento sobre Productos Fertilizantes (2019/1009) representa un gran paso adelante para los bioestimulantes ya que, por primera vez, la legislación de la UE reconoce los bioestimulantes y existe una definición común en todos los Estados miembros. Este es un gran avance, no solo para los productores de bioestimulantes, sino también para los usuarios, que tendremos acceso a una gama más amplia de productos con demostrada eficacia.

Este hecho no ha pasado desapercibido para diferentes organismos que afectan directamente al manejo de césped deportivo, incluso fuera de la Unión Europea. En el artículo Plant biostimulants: Establishing standards (Mike Fidanza, Ph.D., Stan Kostka, Ph.D., Erik Ervin, Ph.D., Cale Bigelow, Ph.D.. Septiembre, 2019) publicado en la revista GCM, publicación oficial de la GCSAA (Golf Course Superintendents Association of America) se hace referencia a dicho reglamento, planteándose si el Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA) no debería adoptar medidas similares a las emprendidas por la UE, pues dichos productos pueden suponer una herramienta muy valiosa para el superintendente, greenkeeper o groundsman, y no disponer de una legislación que permita la certificación de la eficacia de éstos puede suponer un hándicap para su uso.

Las conclusiones de dicho artículo dejan muy claro cómo los productos que contienen bioestimulantes brindan opciones de manejo para mantener el rendimiento del césped en condiciones de estrés, suponiendo la reducción de éste un componente clave para conseguir un césped saludable y resistente. A medida que aumenta el estrés, varios procesos de la planta pueden verse comprometidos: la eficiencia de la captura de luz y carbono disminuye, hay aumento de las especies reactivas del oxígeno (radicales libres) en brotes y raíces, las raíces reciben un doble daño porque los brotes dejan de asignar energía a las raíces y pueden extraer energía de éstas, y el declive de las raíces, junto con la presión de los patógenos secundarios de las plantas, precede al decaimiento de la planta.

Pero dicho todo lo anterior, ¿qué se entiende o cómo se puede definir a un producto bioestimulante?  La definición funcional del EBIC de bioestimulante es la siguiente: “un producto que, independientemente de su contenido de nutrientes, contiene sustancia(s), compuesto(s), y/o microorganismos, cuyo uso funcional, cuando se aplica a las plantas o la rizosfera, es la mejora del desarrollo del cultivo, vigor, rendimiento y/o la calidad mediante la estimulación de procesos naturales que benefician el crecimiento y las respuestas a estrés abiótico”.

Por tanto, dependiendo de lo que quiera lograr exactamente un groundsman o un greenkeeper (mejor enraizamiento, mejor tolerancia al estrés por calor o sequía, tolerancia al tráfico, recuperación del césped, prevención de enfermedades, mejor color o calidad visual, mejor jugabilidad, etc.), un producto bioestimulante puede convertirse en una herramienta muy valiosa del programa de mantenimiento.

Manejo sostenible.

Considerando todo lo expuesto hasta ahora, podemos también afirmar que los bioestimulantes pueden contribuir notablemente a un manejo más sostenible de cualquier especie cultivada, incluyendo a todas aquellas que pueden ser usadas para establecer un césped deportivo. Como ya se ha mencionado, los bioestimulantes estimulan los procesos naturales en las plantas para mejorar la absorción y eficiencia de nutrientes, la calidad de la planta y la tolerancia al estrés abiótico, beneficiando tanto el rendimiento como el vigor. Esto asegura que tengan una buena fortaleza y estado sanitario, lo que las hace menos vulnerables a plagas y enfermedades y otras amenazas, incluidas las condiciones ambientales adversas. Los productos bioestimulantes pueden ayudarnos a adaptar a nuestras plantas a un clima cada vez más extremo, al tiempo que mejoran la sostenibilidad, contribuyendo así a un modelo de manejo para el futuro.

Estas son algunas de las formas en que se ha demostrado que los bioestimulantes vegetales contribuyen a este modelo más sostenible, particularmente en lo referente al aumento de la resiliencia y la adaptación climáticas:

  1. Los bioestimulantes vegetales mejoran la eficiencia del uso de nutrientes en las plantas:
  • Ayudan a las plantas a acceder y utilizar mayor cantidad de los nutrientes presentes en el suelo.
  • Aportan microorganismos beneficiosos a la rizosfera.
  • Mejoran el crecimiento temprano de las raíces.
  • Estimulan la producción de sustancias radiculares.
  • Como consecuencia de lo anterior, ayudan a reducir la huella climática de los nutrientes que se utilizan debido a que hay menos pérdidas de nutrientes y, por tanto, la fertilización efectiva por unidad de energía utilizada para producirlos es mayor. También, la reducción de las pérdidas de nutrientes al medio ambiente influye en la disminución de ciertos gases nitrogenados que contribuyen al efecto invernadero.
  1. Los bioestimulantes ayudan a mejorar la resiliencia a las crisis climáticas:
  • Los bioestimulantes nos ayudan a adaptarnos al cambio climático al hacer que las planas sean más resistentes al estrés abiótico (déficit hídrico, temperaturas extremas, etc.). Por ejemplo, algunos productos bioestimulantes mejoran el crecimiento de las raíces en las plantas, mejorando el acceso al agua incluso en condiciones de sequía. Así mismo, al ser más tolerantes a temperaturas extremas, se comportarán mejor durante las olas de calor o frío, reactivando su crecimiento más rápidamente cuando las condiciones de temperatura vuelven a valores adecuados para la planta.
  • La protección contra el estrés abiótico también reduce las posibilidades de que las plantas sean víctimas de plagas o enfermedades (estrés biótico), estimando diferentes estudios que dicha problemática aumentará con el cambio climático.
  1. Los bioestimulantes vegetales mejoran la salud del suelo
  • Al enriquecer la microbiodiversidad de los suelos, los bioestimulantes microbianos ayudan a mejorar la fertilidad, la sanidad y la estructura del suelo para beneficiar el crecimiento de las plantas y la resiliencia climática.
  • La sanidad del suelo es fundamental para un manejo sostenible, pero también para incrementar la capacidad de los suelos para almacenar carbono.
  • La naturaleza circular de los bioestimulantes mejora la eficiencia de los recursos y reduce las pérdidas de nutrientes.
  • Muchos bioestimulantes vegetales se derivan de materias primas secundarias, como plantas, algas y subproductos animales de varias cadenas de valor diferentes.
  • Esta simbiosis industrial ayuda a mejorar la eficiencia de los recursos a nivel sistémico.

A medida que estos atributos se comunican mejor a las partes interesadas y se atienden mejor en los marcos regulatorios, los productos bioestimulantes, como se viene mencionando, parecen convertirse en herramientas cada vez más importantes. Sin embargo, la aceptación por parte de muchos profesionales depende de una mejor información, incentivos y la regulación adecuada.

Por otra parte, no debemos olvidar las limitaciones a nivel europeo sobre el empleo de productos fitosanitarios de síntesis, que en España vinieron establecidas por el Real Decreto 1311/2012, de 14 de septiembre de 2012 por el que se establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios, que reduce en gran medida el número de productos de este tipo que pueden ser usados en césped, autorizando apenas unas pocas materias activas. Este hecho nos obliga, en gran medida, a un cambio de estrategia desde el punto de vista de control de plagas y enfermedades, tal y como ya nos índica dicho real decreto en su artículo 1, apartado a): “El presente real decreto tiene por objeto establecer el marco de acción para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios mediante la reducción de los riesgos y los efectos del uso de éstos en la salud humana y el medio ambiente, y el fomento de la gestión integrada de plagas y de planteamientos o técnicas alternativas, tales como los métodos no químicos.

Atendiendo a este punto, los productos bioestimulantes suponen una alternativa o herramienta de gran potencial para la reducción del uso de productos fitosanitarios de síntesis ya que, como se comentó anteriormente, indirectamente y de forma preventiva minimizan el ataque de plagas o enfermedades, ayudándonos de forma muy directa a este cambio de estrategia.

Caso práctico.

Basándose en lo anterior, en el año 2015 se inicia un programa de tratamientos en diferentes campos de golf de la Costa del Sol (Málaga) consistente en el empleo de productos bioestimulantes. Al mismo tiempo se llevó a cabo un seguimiento pormenorizado, continuo y con toma de datos en el campo de golf Río Real Golf (Marbella), prestando especial atención a la incidencia de patógenos. La razón por la que se decide tomar como referencia dicho campo es porque existía una gran presencia de patógenos que generaban problemas de importancia a lo largo del año y, teniendo en cuenta que el uso de bioestimulantes podría influir en la reducción de la intensidad del ataque por parte de éstos, nos pareció interesante realizar dicho seguimiento para ver si realmente dicha estrategia podía cumplir con uno de los principales objetivos que se buscaban con el uso de este tipo de productos.

El seguimiento se llevó a cabo durante cinco años (de enero de 2015 a diciembre de 2019), centrándose en los greenes. Éstos estaban compuestos inicialmente por una mezcla de Agrostis stolonifera y Poa annua, con un alto porcentaje de esta última (superior al 70%). No obstante, y mediante el uso de diferentes técnicas, al final del seguimiento el porcentaje de Agrostis stolonifera era muy superior al de Poa annua (por encima del 90%).

Al comienzo (enero, 2015), los principales patógenos que generaban problemas de importancia eran:

  • Antracnosis (Colletotrichum cereale).
  • Pythiym Root Rot.
  • Summer Patch (Magnaporthe Poae).
  • Fairy rings (Diferentes hongos).
  • Waitea Path (Waitea circinata var. circinata).
  • Pink Snow Mold (Microdochium nivale)
  • Dollar Spot (Sclerotinia homeocarpa).
  • Brown Patch (Rhizoctonia solani).

Para el control de dichos patógenos se venían llevando a cabo tratamientos, principalmente preventivos, con fungicidas de síntesis; además, puntualmente, eran necesarios tratamientos curativos con dichos productos. Al comienzo del seguimiento, se siguieron realizando tratamientos preventivos con fungicidas durante los dos primeros años, es decir, hubo un periodo de tiempo en el que el uso de productos fungicidas de síntesis de forma preventiva coexistió con el uso de productos bioestimulantes (Gráfico 1). A partir del tercer año solo se recurrió a los tratamientos con productos de síntesis de forma curativa, y solo en aquellos casos en los que fue extremadamente necesario.

Se emplearon diferentes tipos de productos bioestimulantes, destacando dos grupos: 

  1. Microorganismos bioestimulantes: Trichoderma saturnisporum, Rhizofagus irregularis (micorriza) y bacterias promotoras del crecimiento de las plantas (PGPRs), entre las que destacaban Bacillus subtilis, lactobacillus y actinobacterias.
  1. Sustancias bioestimulantes: Aminoácidos obtenidos mediante hidrólisis encimática, principlamente L-glutámico, Glicina-Betaína, Triftófano, Silício, Quitosano y Citoquininas.

Siendo las dosis, frecuencia de aplicación y función para la que están prescritos las que aparecen en la tabla 1. (Tabla 1: Dosis, frecuencia de aplicación y función de los productos empleados a lo largo del seguimiento.)

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Grafico 1. Nº de tratamientos con los diferentes productos empleados a lo largo del seguimiento.

Inicialmente no se usaron todos los productos citados, sino que se comenzó con varios de ellos, incorporando otros a lo largo del seguimiento, siendo el año 2019 en el que se utilizaron una mayor cantidad y variedad de productos bioestimulantes. Los gráficos 2 y 3 recogen el número de tratamientos que se llevaron a cabo con cada uno de los productos a lo largo de los 5 años de seguimiento.

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Grafico 2. Tratamientos con microorganismos bioestimulantes a lo largo del seguimiento.

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Grafico 3. Tratamientos con sustancias bioestimulantes a lo largo del seguimiento.

Al mismo tiempo se fue llevando un estudio del nivel de incidencia (de 0 a 10) del ataque de patógenos, tomando como referencia el número de greenes del total del campo (23) que eran afectados a lo largo del año. Los datos que se obtuvieron son los representados en el gráfico 4.

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Grafico 4. Nivel de ncidencia de patógenos al largo del seguimiento.

Por último, se analizó el número total de tratamientos con fungicidas de síntesis, tanto preventivos como curativos, a lo largo de los cinco años, siendo los resultados los representados en el gráfico 5.

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Grafico 5. Número total de tratamientos con fungicidas de síntesis (preventivos + curativos).

Lo observado a lo largo del trascurso del seguimiento fue muy determinante, tal y como se puede observar en los gráficos 4 y 5. La incidencia de patógenos se redujo drásticamente del primer al último año, pasando de la incidencia de 7 patógenos diferentes al inicio, a tan solo uno, Brown Patch (Rhizoctonia solani), en el último año, y a un nivel bastante leve (2 sobre 10). Consecuencia de lo anterior, el uso de fungicidas de síntesis también se redujo a mínimos, pasando de un número total de 15 tratamientos durante el primer año, a tan solo 2 el último. Todo indica que dichos resultados fueron consecuencia del desarrollo de un buen plan agronómico en el que se tuvieron muy en cuenta las diferentes labores culturales (pinchados, escarificados, recebos, etc.), manejo de riego, etc., pero también hay que mencionar que, dentro de dicho plan agronómico, jugó un papel fundamental el uso de bioestimulantes, pues fue el cambio más notable dentro de dicho plan con respecto a años anteriores. Los motivos pueden ser varios, pero principalmente se deberían, por un lado, al efecto fortificante y de calidad que los bioestimulantes inducen en la planta y, por otro lado, por la actividad preventiva que con respecto al ataque de patógenos genera este tipo de productos.

Es por ello que, aunque el seguimiento se llevó a cabo en greenes de campo de golf, estos seguimientos podrían ser trasladables a cualquier superficie de césped deportivo, incluidos terrenos de juego de fútbol. Teniendo en cuenta que el Reglamento de la Unión Europea 2019/1009 exige que todo aquello que se supone que se consigue con el uso de un determinado producto bioestimulante debe ser ensayado y demostrado, sería muy interesante llevar a cabo en los próximos años estudios que nos hagan ver más en detalle las grandes posibilidades que abren este tipo de productos.

Conclusiones.

En resumen, podemos afirmar que el uso de bioestimulantes es una herramienta muy potente, no solo para mejorar el desarrollo de la planta, incrementando su vigor, rendimiento y calidad, sino que pueden permitir un manejo infinitamente más sostenible de un césped natural destinado al uso deportivo en todo lo que afecta al empleo de recursos (fertilizantes, fitosanitarios, etc.), contribuyendo a un mayor respeto al medio ambiente e incentivando la economía circular.

A todo ello va a contribuir de forma muy notable la nueva legislación europea, que además de promover o incluso imponer este tipo de manejo e iniciativas, regulará la fabricación y empleo de los bioestimulantes, exigiendo que la eficacia de cualquier producto a base de microorganismos o sustancias de este tipo sea demostrada para el uso que se pretende mediante los correspondientes ensayos.

Lo anterior nos va a permitir a los profesionales dedicados al mantenimiento de céspedes deportivos disponer de una gama de productos de gran interés sin tener que preocuparnos por si realmente hacen o no aquello que se indica en la etiqueta, es decir, va a incrementar muy notablemente nuestra confianza hacia este tipo de productos.

Por otra parte, debemos pensar que cada una de las personas que trabajamos en este sector jugamos un papel fundamental en este avance, pues somos los que debemos poner en práctica su uso para que, con el esfuerzo e investigación de todos, podamos establecer planes de trabajo que nos lleven a un a desarrollo, optimización y mejora en su empleo.