Revista Grounsdman Sport
LA REVISTA DE LOS PROFESIONALES DEL CÉSPED DEPORTIVO
Número 15
Quiero hacer un recordatorio de cómo ha sido la evolución del fútbol callejero, de cuáles eran las reglas y las circunstancias que las determinaban, como se jugaba, en el patio, plaza, o cualquier zona verde que se utilizaba para el “partidillo”. Cabe destacar, que en la actualidad hay muchísimos espacios en cada barrio, pueblo o ciudad, aunque las reglas de la calle, no hayan cambiado mucho. A continuación, citaremos los más comunes:
- Los dos mejores no podían estar en el mismo equipo, e iban eligiendo uno cada vez, hasta completar el equipo.
- El dueño del balón jugaba en el mismo equipo que el mejor, y por ningún motivo había que tratar mal al dueño de la pelota, cabía la posibilidad de que se enojase y, se fuese a casa con la pelota.
- Ser elegido el último, era una gran humillación, podía ser el de menor edad o peor físico, el menos habilidoso, o el que sería portero.
- Uno de los equipos podía jugar sin camiseta para diferenciarse. El terreno de juego no tenía líneas definidas, y en las porterías se ponían dos camisetas o jerseys, a los pasos o pies que se determinaban.
- El peor de cada equipo, o peor físico, iba en la portería, a menos que alguno, por voluntad propia, decidiese ser el portero.
- Si nadie aceptaba ser portero, se adoptaba una rotación, un gol cada uno. Algunos se dejaban meter gol fácilmente, para salir de la portería lo antes posible.
- No había árbitro, las faltas eran marcadas por el grito, tenías que gritar como si se hubiera quebrado una pierna. Si el gol era dudoso se decía, gol o penalti. Si la altura del balón superaba los brazos estirados, era alta, no contaba como gol, al no haber travesaño.
- Quien tiraba lejos el balón, tenía que ir a por ella.
- Las lesiones como, problemas de dedos del pie o mano, roces en las rodilla o brazos, sangrar la nariz y otros, eran normales. También era normal, alguna camiseta o calzado rota.
- El partido terminaba cuando, estaban todos cansados, se hacía de noche, o cuando la madre del dueño de la pelota le decía para ir a casa. Si no hacías caso a tu madre..., bastaba con un silbido de tu padre para que fueses corriendo. Incluso si el partido iba 12 a cero, éste se terminaba y, ganaba el que hiciese el último gol.
Pedro Luis Dañobeitia